Friday, November 13, 2009

The story of my famous hair…




Como una gran mayoría de la población dominicana, soy una mezcla de un papá prieto y una mamá blanca, ya saben, esa ley general de que polos opuestos se atraen.

He visto fotos de mi mamá cuando era chiquita y era igualita a Shirley Temple, esa carajita que hizo muchas películas en los años 30 o 40, cantaba de lo más lindo y su sello eran unos bucles rubios, preciosos, lacios y gruesos; y así era la mai’ mía, sorpresa se habrá llevado cuando llegué al mundo con un cabello crespo e impermeable (literalmente al mojarlo cuando pequeña, el agua se separaba mientras pasaba a través de mi bella cabellera), la madre mía no sabía qué hacer conmigo al peinarme, de hecho, muchas veces me llevaban donde una tía que pasaba conmigo dos horas agachada mientras ella me hacía 20 mil moñitos para “amoldarme” los cabellos, me untaban una grasa rarísima que para colmo no olía muy bien (olía como a vieja que se ponía polvos “maja” en la cara o algo así) y bueno, con este peinado iba al colegio por una semana; si se me flojaba’ algún moño, mi mamá le daba mantenimiento, volviéndolos a poner en el lugar que correspondía.

Cuando iba a casa de mi abuela chiche (que en paz descanse) sufría más que en cualquier otro lado, pues mi abuela no creía en los cepillos, decía que eso me dañaba el pelo, a mi abuela le gustaba desenredarme y peinarme con un peine, me estericaba’ esos moños hasta más no poder, especialmente en “la cocinita”, refiriéndose a la parte de la nuca y también a la orilla, que era el borde de la frente, siempre con la misma intención de “amoldarme” el pelo. Pero eso sí, mi mamá siempre me alentaba diciéndome que si en Francia veían mi cabello, iba a ser admirada por todos, por lo tanto, ese fue el  primer país que quería visitar.

Por otro lado, tengo unas primas que creo que la desrizaron desde que tenían alrededor de dos años, su pelo era ligeramente más crespo que el mío. Desde pequeña veía su cabello siempre recto señalando en distintas direcciones, es decir, eran unos cabellos puyuses’,  y a veces, si tenías suerte señalaban al sur, como debía ser.

Entonces, como que en esos tiempos me di cuenta que tener el pelo liso era una vaina bien, que al fin podría tener ese pelo que tenían mis amigas blancas del colegio y un día, sin avisarle a la mai’ mía, en casa de mi tía estaban desrizando y yo me hice voluntaria para desrizarme. Después de desrizarme yo me sentía beeelllaaa al fiin!! (Tenia miles de orquetillas pero me sentía como una reina), no dejaba de mirarme en el espejo y mover mi cabellera! Ya no tendría que ir al colegio con 30 moños!! Ya no tendria que jugar a ser Daniela Romo con un chal de mi mamá. Era libre!! Cuando me vió, me quería matar pero con el tiempo accedió al cambio.

Nunca supe que de una esclavitud iba a pasar a la otra: La del desrizado. Iba a un saloncito improvisado en una casa de tabla y ahí empezaba la tortura:

“- Miira, tú tienes muucho crecimiento, (mientras te pasaba un peinecito finito de hacer rolos por las raíces del pelo), hay que desrizarte.”-

 – “Pero yo me desricé hace como dos meses.” –

– “Si, pero ya se te nota mucho el crecimiento”-

… y bueno, al parecer tener crecimiento y cometer un delito era la misma vaina.

Mandaban a comprar en un motoconcho’ un pote de desrizado y uno de vinagre,( sí, vinagre de cocinar y hacer ensaladas) y el proceso era el siguiente: (si mal no recuerdo pues hacen muchos años)

1- La jeva o el jevo se pone unos guantes pa’ que te jodas tu y no ella o el.

2- Te desenredan los cabellos secos con el peinecito ese finito de los rolos (que tanto aborrezco).

3- Te hacen muchos moños.

4- Te untan el veneno, digo, el desrizado.

5- Esperas como 20 minutos y te soban de vez en cuando los moños porque empiezan a quemar.

6- Por más que dices que te están quemando la madre, dicen que es mentira, embute de uno  y vuelven y te soban…

7- Te sacan el veneno, perdón, el desrizado con abundante agua.

8- Te echan el vinagre en el caco y ves las 7 puertas del infierno de Dante, mientras inundas el salón con un olor a ensalada mixta.

9- Te vuelven a enjuagar y lavar la cabeza, por suerte no te toca una chica con unas acrílicas mega largas que te rasca la cabeza durísimo.

10- Te hacen rolos.

11- Te secan el pelo.

12- Te cortan las puntas.

13- Te hacen un tubi (te enrollan el pelo con pinchos, te ponen una redecilla, te sacan los pinchos y arriba de esooooo, te amarran un paño en la cabeza!

14- Llegas a tu casa y te das cuentas que tienes el cuero cabelludo lacerado, lleno de llagas y con potillas’ (digusting!!).

Y bueno,  así pasó mi vida, mal desrizándome, “maltratándome” el pelo pues siempre vivía dentro de una piscina o una playa, lo que es muy contraproducente para el que se desriza y las saloneras por lo tanto, me veían como una pecadora y muy mala feligresa.

Así llegue a la pubertad, me olvidé un poco del desrizado por un tiempo pues el amor por el agua ganó, por lo tanto,  todas las mañanas antes del ir al Colegio San José de Puerto Plata ( si sólo hubiese sabido esto los hubiese demandado y hubiese sido dueña de medio colegio) me lavaba el pelo e iba con él mojado y se veía un destello de lo que en un tiempo fue mi pelo crespo y rizado, y en una ocasión un profesor me saca aparte y me dice:

“- Mira. Debes dejar de andar con ese pelo así porque se ve muy ANTIHIGIENICO”-.

Yo pienso que este hombre me tiene que estar relajando y le contesto:

“- Más antihigiénico se ve usted con esos dientes podridos que tiene!”-

Al parecer él se ofendió y me llevó a la dirección donde determinaron que para mí estaba PROHIBIDO que yo fuera con el pelo así; debía ir con el liso y seco! Pueden creerlo?!?!?!?

Obedecí a sus órdenes y termine el colegio, y poco a poco, mientras me encontraba a mí misma, me acepté como era y con eso acepté mi cabello.

 Soy feliz con mi cabello porque va perfecto con mi personalidad. Soy espontánea, sencilla, easy going y aunque a veces no pueda evitarlo, evito las complicaciones (valga la redundancia); además, eso de estar en un salón todo el tiempo es una renta fija y me niego a invertir en semejante causa.

He ido a salones donde no saben qué hacer conmigo, donde en su cabeza no le entran que sólo voy a desenredarme el caco, a arreglarme los pies, cortarme las puntas o hacer otra cosa. Cuántas veces no me han trasquilado jurando que saben hacer algo con mi pajón?, he salido incluso cuestionándome a mí misma, pues en muchas ocasiones hacen sentir a uno mal, siempre creen que hay que secarme el pelo, pero yo soy feliz saliendo con el pelo mojado para mi casa, de igual manera me cobran lo mismo si me seco o no, como si lavando mi cabeza gastaron luz. Yo salgo económica, mientras más malo el rinse, mejor me desenreda, así que no pueden alegar en este caco se gasta mucho.

Qué vergüenza me da que mi país mestizo no sabe bregar mas que con pelo lacio y gringo. Qué pena me da que la gente no se atreva a aceptarse a sí misma. Qué pena me da que le demos tanta importancia al pelo y de ahí saquen opiniones sobre tu persona.

Lo que sí no me da pena, es que mi pelo natural me permite  poder disfrutar de la lluvia que me cae de repente sin preocupaciones, del salitre del mar, del sudor que me moja completa una noche de gozadera... Qué rico es poder ser yo misma.

3 comments:

Anisha Barazza said...

:) Me encantó

Ambar said...

Gracias mil Anisha :)

Unknown said...

Me llevaste a volar contigo y tu historia....¡Cuánto me reí con tus ocurrencias! Pero sobre todo, me fascinó tu historia.

Y más aún, que parece que somos compueblanos.

¡Excelente!